Usar las cámaras de los celulares para ayudar a personas con discapacidad visual en su día a día. Caminar y recibir una notificación cuando te cruces con una persona en situación de calle, conocer su historia de cómo terminó ahí para tener la oportunidad de donar alimento o ropa. Medir tus emisiones de carbono para tomar decisiones más conscientes mediante sugerencias personalizadas.
Esta es la magia de la experiencia de usuario, comúnmente conocida como UX. Cada vez que navegas sin esfuerzo a través de tu feed de Facebook, solicitas un Uber o usas tu aplicación bancaria, estás experimentando su impacto.
Porque no se trata solo de estética; sino de una herramienta poderosa que da forma a la manera en que interactuamos con el mundo, las decisiones que tomamos y las sociedades que construimos. Algo que pasa desapercibido, es que como creadores, los diseñadores de experiencia son agentes de cambio. Se dedican a entender a la gente, empatizar con ellos y brindar las herramientas que se necesitan para atender sus necesidades. Al final, están facilitándole la vida a las personas y, a la vez, creando soluciones a problemas de alto impacto social. |
Imagínense, si cada experiencia fuese diseñada cuidadosamente, lo feliz que estaría el mundo. Si antes de emprender en un nuevo proyecto nos centramos en las necesidades humanas para influir positivamente en el futuro. Tomemos la pandemia como ejemplo, desde nuestra pequeña Bolivia, todos observamos su propagación y veíamos cómo nadie en el mundo estaba preparado. Nos preguntamos con preocupación: ¿Cómo sobrevive a esto un país con recursos limitados como el nuestro? |
Cuando finalmente nos golpea, nos golpea duro y llegamos a un colapso sanitario. Hospitales llenos, escasez de oxígeno… La gente moría no por falta de voluntad para atenderlos, sino porque carecíamos de los medios. La curva seguía creciendo, los doctores estaban agotados y la situación que parecía nada más y nada menos que un apocalipsis, se volvía más trágica. No podíamos manejar una pandemia en pleno 2020 apoyándonos en las mismas tecnologías de atención que se usaron en la pandemia de 1918: mascarilla, distanciamiento social y lavado de manos. ¿Habrá un llamado más fuerte a la acción? Desde mi posición como diseñadora de interacción y experiencia, no tenía idea de lo que sería capaz de hacer, pero estaba por darme cuenta. |
A través de RRSS, conformamos un equipo de voluntarios y nos sentamos junto a líderes regionales a escuchar los problemas y a proponer soluciones.
Primero, la alcaldía y la gobernación necesitaban automatizar el pre-diagnóstico y monitoreo de pacientes para evitar la aglomeración en hospitales.
"Pasé días con los doctores en la CNS para observar y documentar cómo realizaban su trabajo y con ese material desarrollamos un bot llamado Allí, lo bauticé así personalmente porque lo que quería era transmitir alivio, este bot con un flujo automatizado de preguntas y respuestas en dos horas registró 576 consultas en línea. Estas consultas permitieron atender 140 casos de urgencia en un día." |
Segundo, debíamos categorizar a estos pacientes según edad, ubicación, síntomas y filtrar aquellos que requerían una visita médica.
-Para esto conversé mucho con las enfermeras y agregamos al sistema una escala similar a la del dolor que en su algoritmo de seguimiento tomaba en consideración factores como composición familiar y ubicación para priorizar la atención y brindar una asistencia temprana que evite que las personas con problemas lleguen a hospitales con cuadros avanzados. Sumamos a 28 médicos que brindaban cada uno entre 3 hasta 5 horas de atención gratuita diariamente.
Tercero, se tenía que definir la logística para distribuir medicamentos y comida a familias necesitadas mediante brigadas municipales.
-Diseñamos un panel de control que con la información recaudada del bot mostraba en tiempo real el rastreo de casos positivos, sospechosos y emergencias. El panel ocupaba un espacio gigantesco en un auditorio que llenamos con agentes de atención que coordinaban con las personas afectadas para optimizar los recursos de las brigadas. Así ellos sabían cuándo y dónde enviarlas. |
Reconocí que tengo el poder de darle a las personas pequeños momentos de felicidad o alivio y no quise detenerme. Armé un equipo y puse todo mi tiempo, esfuerzo y conocimiento adquirido en diseñar una herramienta que ayude a encarar parte del desafío en nuestros modelos sanitarios. (Allivia). Porque desde hace tiempo que no estamos practicando el cuidado de la salud, estamos practicando el cuidado de los enfermos.
Con esta herramienta no sólo digitalizamos todo el proceso de atención médica primaria sino que a la vez, le dimos un enfoque preventivo y por sobre todo, lo hicimos accesible.
Quizás no sólo fue la pandemia, quizás fue mi propia experiencia dentro del sistema. Quizás es el hecho que mi mamá es paciente terminal a causa de enfermedades crónicas y haber visto cómo es sometida por travesías para recibir atención durante 10 años me llevó a esto.